Por mucho que digan que en verano siempre hace calor, yo apostaría cualquier cosa a que una cuarta parte de esos tres meses, llueve.
Esta foto me gusta, pero si tuviera la oportunidad de repetirla lo haría porque me salió un poco quemada.
Vicky:
Estrella:
Los perritos siguen creciendo sin parar, a él, el oscuro, le he puesto Lobezno de nombre, y a ella, la de un color más claro, Xina. Ya sé que sus nombres son bastante extraños para una mascota, pero con el paso de los años he aprendido que lo más fácil para poner nombre a un perro o a cualquier otro animal, lo más fácil es, con tiempo, ir mirando al cachorro a los ojos y que él mismo te diga cuál es su nombre.
Tal vez en el nombre de Lobezno tuvo algo de influencia que hacía poco que había visto una película de X-Men, pero eso es un caso aparte ;)
En esta foto me fijé en donde tienen los ojos los escarabajos, porque hasta entonces no los había visto.
Lila:
A esas horas de la tarde, cuando el sol ya se está poniendo, cualquiera es capaz de dormirse con el cantar de los pájaros y el ladrar de los perros, y la suave brisa húmeda costanera mezclada con la cálida de los huertos. Y no exagero ni adorno.
Esta es una de las pequeñas obras de arte que es capaz de hacer mi madre cuando se pone. Vio el tronco viejo por ahí tirado y enseguida pensó en esta magnífica idea.
Esta foto es la última que le hice a esta gata medio ciega y enana (porque a pesar de su apariencia pequeña y juvenil ya tenía tres años). A la semana siguiente la vi y estaba muy débil y con aspecto frágil. Estaba resfriada y no comía.
Rufo:
Esta foto la hice un Sábado que teníamos que coger sandía. En un principio se suponía que solo teníamos que estar trabajando me dio día, pero la cosa se alargó y llegamos a casa a las siete de la tarde.
Estas fotos de los perritos son más actuales, las hice la semana pasada porque quería tener algún recuerdo de Xina antes de tener que llevarsela a mi tío el de Catí que nos dijo que quería una perrita joven de esas que nosotros teníemos de raza pequeña.
Esta gata cada vez es más mansa. Mi abuelo me contó que cuando él tenía mi edad también tenía una gata muy mansa y preciosa, un día se fueron a otra senia y cuando volvieron (solo tardaron un día) se la habían llevado. Ahora hago todo lo posible por molestarla para que no vaya corriendo detrás de cualquier mano que vea con la esperanza de que la acaricien.
Y este es el motivo por el que sigo yendo a la senia todos los días de verano, porque sé que durante el mediodía o a mitad tarde, puedo darme un baño en la basa con esa agua tan fresquita que contrarresta la calor que se siente al trabajar en un invernadero.
PD: Resulta triste caer en la repetida mentira de cada año cuando te dicen que durante el verano hay vacaciones, pero cosas como las de estas fotos me hacen madrugar cada mañana.